Nos habitan
multitudes. Nos susurran las sombras. Nos persiguen voces muertas,
postergadas, escondidas en tal o cual recodo de las palabras, de las
cosas, de los lugares. Y en cualquier esquina queda agazapado el tajo
por donde asoma lo que quisimos decir y jamás ya diremos. Y en
cualquier palabra habita la incertidumbre, la felicidad o la desdicha
que nos nombra como una etiqueta mugrienta en un vino agrio. Nos
habita un vecindario de fantasmas que reaparecen y se esfuman.
Guerrilla de bramidos que no dicen nada. Hordas de sustantivos que se
atrincheran contra el mundo; una jauría de verbos que construyen con
cada ladrido todo aquello que, por ahora, intuimos verdadero. La verdad resuena como un cántaro de barro. Contenedores de vacío. Globos de helio escapando a la gravedad. Y
nada más grave que esta nada, que este grado cero de la ausencia en
las palabras que nunca dijimos pero creemos que hablan por nosotros
mientras escapan de nuestra boca. La realidad que heredamos como una
lengua materna o un apellido que nos señala.
Atravesados por el
silencio. Lacerados por un eterno vaivén de mentiras que nos empujan
contra una esquina y nos desarman de contenido. Verdades a medias que
alguien nos cuenta al oído. Promesas tendidas con pinzas al viento
que nos mueve y desordena el mundo que sucede al anterior. A cada
golpe de segundero un nuevo mundo que se reordena, que corrige al
precedente y lo desmiente. Una nueva realidad que nos reta y nos
acusa.
Y así nos oímos
hablar con ese sinfín de voces que no son la nuestra. Certezas que
se repiten y se muerden la cola, eso tan obvio que nos recorre los
huesos como termitas, como carcoma en los tuétanos; verdades que se
amurallan y se erigen como obeliscos en nuestro estómago. Algo
visceral, en las entrañas, tanta voz que se solapa, tantas
sentencias que se entrecruzan y chocan y hacen vibrar nuestras
cuerdas vocales. Y vaya usted a saber qué quisimos decir cuando
dijimos con un café me basta, hasta mañana, se te quedó mayonesa
en la comisura. Y vaya usted a saber quién ordenó por mí tanta
sílaba para decir justamente lo que no dije. Desvelar el reverso de
las palabras, el lado de allá, la espina dorsal que las sostiene
frente a nosotros. Revelar el simulacro. Que suba el telón y caiga
el decorado como ladrillos informes que jamás construyeron nada.
Solo en nuestros ojos existe el mundo porque ellos lo crean con la
mirada, porque lo escucho, porque se fija a mis retinas, se adhiere a
mi piel y a mis pisadas, porque lo siento nacer cuando lo nombro y lo
veo florecer en el dorso de mi mano cuando rozo con los dedos la
pared que voy dejando atrás mientras camino.
Transitamos los
cascotes de un mundo que está a punto de renacer. Nos nombran las
voces muertas, la promesa de otro mundo que vendrá a suplantar la
verdad en cuanto aparte la mirada de esa mancha en la pared que se
derrumba. Y en ese zigzagueo deambulamos por los escombros de nuestro
lenguaje, sobrevivimos a esta impotencia de nombrar, destejemos los
remiendos de ese telón de fondo por donde se filtra la luz que
destila esa otra verdad a medias que está por venir.
Profones paraules, amic, molt ben escrites. Jo també escric un poc. T'envie aquestos dos enllaços,de dos llibres meus, per si foren del teu interés.
ResponderEliminar"La línea de sombra" https://www.alhulia.es/es/producto/la-linea-de-sombra/
"Las falsas imágenes" http://www.libertarias.com/index.php?menu=3&op=7&tit=599
Espere que et vaiga tot be, un abraç ben fort
Si em vols escriure, et deixe el meu correu, jgonzalezribera1981@hotmail.com